El veneno de la antipolítica
Hace varias semanas, escribí acerca de los cinco venenos que atentan contra la democracia venezolana. Uno de los que mencioné en esa oportunidad fue el discurso antipolítico y sobre el mismo, profundizaré un poco en estas líneas. Desde la caída de Marcos Pérez Jiménez, existió en Venezuela un sistema político bipartidista en el cual Acción Democrática y Copei, dirigieron nuestra nación con muchos logros, pero también con varios errores históricos que fueron traduciéndose en apatía de la sociedad a la hora de participar en los asuntos públicos.
Después de 40 años, los partidos tradicionales sufrieron un enorme desgaste y la degeneración de sus ideales se convirtió en corrupción y desidia a granel. Poco antes de llegar a las 4 décadas de permanencia en el poder, irrumpió violentamente en la escena política un militar del ejército que intentó dar un golpe de Estado y gracias a un "por ahora" que dijo, se ganó el corazón de muchos que se sentían decepcionados del sistema político del país.
Cuando este hombre fue electo Presidente de Venezuela, lo logró en buena parte porque atacó duramente a los partidos políticos cuyos gobiernos le antecedieron. A los ojos de todos están los resultados, pues "el castigo" que nuestra sociedad quiso darle a las organizaciones partidistas se revirtió y hoy en día muchos se arrepienten de haberle dado su voto a un militar para que asumiera las riendas de nuestro país.
Sin embargo, en la lucha contra el gobierno de Hugo Chávez -el militar que llevo rato mencionando- el mal de la antipolítica ha surgido con mucha fuerza también. En abril de 2002, cuando hubo una especie de rebelión civil contra la quinta república, hubo muchas manifestaciones y protestas en las que si a algún dirigente se le ocurría aparecerse, era expulsado con el lema: "aquí no queremos políticos". En esos años, había que nuevamente confiar en el criterio de los militares para que solucionaran el problema. ¿Qué pasó finalmente? Pues nada, allí sigue montado el hombre.
Lo mismo ocurrió en la Plaza Altamira pocos meses después y cuando a algunos partidos se atrevieron a advertir que el paro cívico convocado por la CTV y Fedecámaras no era la solución, fueron acribillados públicamente y ofendidos hasta más no poder. En esa oportunidad, había que escuchar era a la "gente del petróleo". Me pregunto: ¿En qué quedó esa lucha?
Varios meses después, en vísperas del referéndum revocatorio presidencial, a los partidos no se les permitía ni siquiera expresarse, pues había que escuchar a la organización Súmate, la cual por cierto, llamó abiertamente a la abstención tiempo después.
Entre Súmate y varios factores de los medios de comunicación, se creó una matriz de opinión en la que se aseguraba prácticamente que votar era un pecado en Venezuela. Desde allí en adelante, por esa catastrófica abstención perdimos espacios de poder importantísimos en gobernaciones, alcaldías, concejos municipales y en la Asamblea Nacional; a quienes desde los partidos políticos hacíamos un llamado a no renunciar a nuestro derecho al voto, se nos dijo "cambureros" y "colaboracionistas".
Afortunadamente, la cosa comenzó a cambiar desde las elecciones presidenciales de 2006 para acá. Aunque la oposición política del país no obtuvo la victoria sobre Chávez, se comenzaron a consolidar algunas fuerzas políticas nacionales, aglutinando posteriormente el apoyo de mucha gente. Aunque hubo y todavía hay quienes le siguen "echando tierrita" a los partidos, se ha demostrado que son las patas que sostienen la democracia.
Incluso en la lucha estudiantil de 2007, se realizaban manifestaciones en las que algunos dirigentes no eran muy bien recibidos, pero ya la cosa no era tan extrema como años anteriores.
La gente ha comenzado a comprender que el discurso antipolítico, erróneamente a veces impulsado por líderes irresponsables y oportunistas, está totalmente viciado de inconsistencias y está equivocado, pues desvirtúa el propósito de la lucha democrática confundiendo a la gente.
Lo que ocurre es que pareciera más fácil hablar mal de alguien o algo para surgir y destacarse, pero sería mucho mejor lograr proyectarse por logros propios o propuestas en vez de hacerlo desmeritando a otros.
Es cierto que los partidos han cometido errores y sabemos que toda acción tiene sus consecuencias, pero en vez de destruirlos, hay que fortalecerlos con la participación activa de aquellos líderes con vocación real de servicio y sensibilidad social. Lejos de tanta criticadera, hay que formar parte de la solución. Un buen amigo me dijo una vez: "No esperes que las cosas sucedan, haz tu mismo que sucedan".
Luis Eduardo Manzano
Secretario de organización PJ Petare
E-mail: Luisedu6@hotmail.com
Publicado en el Diario La Voz - 11 de abril de 2008