Hijos de la crisis
Todos los jóvenes venezolanos que nacimos en la década de los 80, podemos decir con mucha propiedad que no somos ajenos a la crisis económica, política y social que ha caracterizado a nuestro país últimamente. En mi caso, con 24 años de edad es imposible que recuerde los sucesos del viernes negro, pero comienzan a aparecer en mi memoria momentos como la segunda victoria electoral de Carlos Andrés Pérez y la angustia que viví a los pocos días de eso, el 27 de febrero de 1989.
3 Años después, con horror observé todo lo que pasó en las intentonas golpistas de 1992. Algo que me impactó profundamente el 27 de noviembre de ese año, fue ver desde el balcón de mi casa un avión de guerra sobrevolando la ciudad y disparando misiles.
Siendo más grande, recuerdo con más claridad el día en el que la antigua Corte Suprema de Justicia aprobó un antejuicio de mérito a Pérez, quien por cierto nunca me agradó. Pasaron entonces otros sucesos como el gobierno de transición de Velásquez, la segunda elección presidencial ganada por Rafael Caldera y posteriormente, la primera victoria de Hugo Chávez en 1998.
Desde entonces, en Venezuela se avivó el debate político entre todos los sectores de la población y luego de una Asamblea Nacional Constituyente, la posterior aprobación de la Constitución Bolivariana y otra elección presidencial en la que Chávez venció a su amigo Arias Cárdenas, vinieron los terribles sucesos del 11 de abril de 2002, los cuales me marcaron profundamente y me hicieron concientizar que debía formar parte de la solución de las cosas, por lo que decidí a los 18 años sumergirme en la lucha política.
Pocos días después, tomé la decisión de militar en Primero Justicia y comencé rápidamente a hacer trabajo social comunitario. Desde mi militancia política, viví hechos como el paro laboral, los firmazos, recontrafirmazos, los famosos reparos de las firmas, el referéndum revocatorio presidencial y procesos electorales regionales, municipales, y presidenciales. El último fue el pasado 2 de diciembre, fecha en la que vencimos el miedo y ganó Venezuela.
El hecho es que todos estos sucesos y muchos otros, han influido determinantemente en la formación ciudadana de todos los jóvenes de mi generación. Nadie puede acusarnos de ser cabezas huecas o cachorros de ningún imperio, pues desde que nacimos estamos impregnados de realidad social y a nosotros también nos preocupa la degradación que ha ido sufriendo la política en Venezuela.
Los muchachos que luchamos a diario por un mejor país donde exista Justicia Social para todos, no nos creemos iluminados ni predestinados a dar una lucha heroica. Simplemente nos tocó vivir una época difícil en la que decidimos trabajar para lograr un sistema democrático que realmente mejore la calidad de vida de la gente en el futuro.
Ojala nadie subestime a la nueva generación política que ya está luchando para ganar espacios. La juventud ha sido históricamente un dique de contención de las arbitrariedades que cometen los que gobiernan autoritariamente. Dios quiera que no se acuse de inmaduros, pues vivir en Venezuela nos ha hecho estar cerca de conflictos sociales desde nuestro nacimiento. Como verán. ¡Somos hijos de la crisis!
Luis Eduardo Manzano
Secretario de Organización PJ Petare
Luisedu6@hotmail.com