El fanatismo político
Durante la Alemania Nazi, existió una mujer llamada Magda Goebbels, quien admiró profundamente al líder del nacionalsocialismo, Adolfo Hitler. Ella contrajo matrimonio en dos oportunidades, pero la segunda vez estuvo casada con el ministro de propaganda de ese gobierno, Joseph Goebbels y juntos tuvieron 6 hijos, cuyas edades comprendían entre los 5 y 12 años.
Magda nació el 11 de noviembre del año 1901 en la ciudad de Berlín y era un dechado de buenas virtudes. Aparte de ser una rubia atractiva y glamorosa, hablaba francés con fluidez, su educación era esmerada y sentía una gran seguridad en sí misma.
En los últimos días de Hitler, en los que se mantuvo escondido como un cobarde en un bunker ubicado en los sótanos de la cancillería alemana, lo acompañaron algunos de sus seguidores hasta el final, pues la mayoría de los integrantes de su régimen huyeron de la ciudad de Berlín. Entre esas personas que no lo dejaron solo estuvo Magda, junto a su esposo e hijos.
Ante tanta desolación y frustración por ver una guerra perdida, el "Führer" decidió quitarse la vida junto a su esposa Eva Braun, con la que se casó tan sólo horas antes. Al ver esto, Magda, quien por su fanatismo no concebía vivir en un mundo sin nazismo, decidió quitarse la vida junto a su esposo, pero horas antes, cometió una de las aberraciones más grandes conocidas en la historia: envenenó a sus hijos con capsulas de cianuro mientras estos dormían y luego murieron.
Con esta acción, esa dama no dio la vida por una causa justa, tal y como lo hicieron muchos héroes de la independencia venezolana, sino demostró una enorme cobardía y el quitarle la vida a sus hijos forma parte de un terrible egoísmo.
En definitiva, los fanatismos nunca son buenos y menos cuando están relacionados a la política. Ojala este tipo de acciones no ocurran en Venezuela, pues existe preocupación de que estos males se repitan aquí. Algunos slogans del oficialismo, tales como "Con Chávez todo, sin Chávez nada" o el mismo "Patria, socialismo o Muerte", hacen pensar que se pretende instaurar un régimen personalista, en el que el líder del proceso deja de ser un venezolano común y corriente, para convertirse en un Dios o algo por el estilo.
El creer en una ideología y trabajar junto a un líder es algo sano y definitivamente democrático, pero dejar de tener criterio propio por esa persona u organización y entregarse ciegamente a una idea es totalmente anormal y enfermizo. Hay que tener cuidado con el camino al que se nos pretende llevar en Venezuela.
Luis Eduardo Manzano
Secretario de organización Primero Justicia Petare
Luisedu6@hotmail.com
Publicado en el Diario La Voz - 29 de febrero de 2008
Durante la Alemania Nazi, existió una mujer llamada Magda Goebbels, quien admiró profundamente al líder del nacionalsocialismo, Adolfo Hitler. Ella contrajo matrimonio en dos oportunidades, pero la segunda vez estuvo casada con el ministro de propaganda de ese gobierno, Joseph Goebbels y juntos tuvieron 6 hijos, cuyas edades comprendían entre los 5 y 12 años.
Magda nació el 11 de noviembre del año 1901 en la ciudad de Berlín y era un dechado de buenas virtudes. Aparte de ser una rubia atractiva y glamorosa, hablaba francés con fluidez, su educación era esmerada y sentía una gran seguridad en sí misma.
En los últimos días de Hitler, en los que se mantuvo escondido como un cobarde en un bunker ubicado en los sótanos de la cancillería alemana, lo acompañaron algunos de sus seguidores hasta el final, pues la mayoría de los integrantes de su régimen huyeron de la ciudad de Berlín. Entre esas personas que no lo dejaron solo estuvo Magda, junto a su esposo e hijos.
Ante tanta desolación y frustración por ver una guerra perdida, el "Führer" decidió quitarse la vida junto a su esposa Eva Braun, con la que se casó tan sólo horas antes. Al ver esto, Magda, quien por su fanatismo no concebía vivir en un mundo sin nazismo, decidió quitarse la vida junto a su esposo, pero horas antes, cometió una de las aberraciones más grandes conocidas en la historia: envenenó a sus hijos con capsulas de cianuro mientras estos dormían y luego murieron.
Con esta acción, esa dama no dio la vida por una causa justa, tal y como lo hicieron muchos héroes de la independencia venezolana, sino demostró una enorme cobardía y el quitarle la vida a sus hijos forma parte de un terrible egoísmo.
En definitiva, los fanatismos nunca son buenos y menos cuando están relacionados a la política. Ojala este tipo de acciones no ocurran en Venezuela, pues existe preocupación de que estos males se repitan aquí. Algunos slogans del oficialismo, tales como "Con Chávez todo, sin Chávez nada" o el mismo "Patria, socialismo o Muerte", hacen pensar que se pretende instaurar un régimen personalista, en el que el líder del proceso deja de ser un venezolano común y corriente, para convertirse en un Dios o algo por el estilo.
El creer en una ideología y trabajar junto a un líder es algo sano y definitivamente democrático, pero dejar de tener criterio propio por esa persona u organización y entregarse ciegamente a una idea es totalmente anormal y enfermizo. Hay que tener cuidado con el camino al que se nos pretende llevar en Venezuela.
Luis Eduardo Manzano
Secretario de organización Primero Justicia Petare
Luisedu6@hotmail.com
Publicado en el Diario La Voz - 29 de febrero de 2008