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Opinión // El Radicalismo no sube cerros


El radicalismo no sube cerros

Lo ocurrido en Venezuela durante el año 2007, dejó evidenciado que la mayoría de los que nacimos y vivimos en esta tierra, no deseamos vivir en un país en el que la coyuntura nos obligue a adoptar posturas radicales ante el panorama político y social. El mensaje que envió el pueblo fue claro: ¡Reconciliación y renovación!

El "Patria, socialismo o muerte" y el "Chávez vete ya" de los oficialistas y opositores radicales respectivamente, no representan el sentir de un pueblo que pide a gritos que el debate político nacional se centre en los problemas cotidianos de la gente como eje unificador de criterios.

Durante el año pasado, el oficialismo militante sostenía que a través de la propuesta de reforma constitucional impulsada desde Miraflores, se fortalecería el poder popular y con ello, se profundizaría la participación del pueblo en los asuntos sociales y políticos del país. Sin embargo, nunca se explicó con claridad cómo la gente sería la protagonista principal del proceso revolucionario, cuando era público y notorio que el presidente de la república quería perpetuarse en el poder a través de la reelección indefinida y además escoger a dedo vicepresidentes por regiones, entre otras cosas.

La gente rechazó esa reforma porque en ninguna de sus líneas se hablaba de planes para reducir la delincuencia y el desempleo. Definitivamente quienes la impulsaron demostraron estar desconectados del clamor popular.

Sin embargo, también del lado opositor pasó algo similar con los radicales que proponían una salida "científica" de Chávez del gobierno. Esos dirigentes decían con mucha seguridad y vale la pena destacar que con varios micrófonos frente a ellos, que se había cerrado el ciclo electoral en el país y que la manera de “tumbar” el gobierno era proyectando documentales acerca de las dictaduras de Latinoamérica en el siglo XX desde algunas plazas públicas de Chacao. El problema es que nunca lo hicieron en Catia o Petare ¿Por qué será?

Claramente, ambos sectores demostraron estar divorciados de la realidad de las mayorías. A estas alturas, el pueblo no desea que se les hable todo el día de cómo derrotar a un enemigo interno o externo ni de insurrecciones populares fantasiosas. Lo que la gente quiere es escuchar propuestas y soluciones a sus males.

A nadie le gusta un país en el que impere la intolerancia, pues en la mayoría de los casos, con el diálogo sincero se pueden apartar las diferencias para ahondar en los puntos en los que haya coincidencias. Además, independientemente de la ideología en la que se crea, la Justicia, la igualdad de oportunidades y el progreso son valores en los que todos creemos, pues nos permiten crecer y evolucionar como individuos en la sociedad.

Ningún extremo es bueno, pues las mayorías prefieren el entendimiento. Es por ello que hay que dejar atrás el sectarismo y darle paso a la unidad de propósitos. El radicalismo de lado y lado no es popular en el colectivo y menos aún les trae beneficios a las comunidades.

Luis Eduardo Manzano
Secretario de Organización de Primero Justicia Petare
luisedu6@hotmail.com
Publicado en el Diario La Voz el 17/0172008