Entrevista // Julio Borges, coordinador nacional de Primero Justicia
"Democracia es tortuosa pero segura"
ELVIA GÓMEZ
EL UNIVERSAL
Un rato después de que un grupo de militantes descontentos entró agresivamente a la sede del partido, Julio Borges escucha a The Beatles, I want to hold your hand. Hasta el momento la crisis interna no ha escalado y el tema de las divergencias parecía esperar sin problemas hasta enero.
-Los resultados electorales perfilan tres bloques ideológicos: los socialdemócratas, la izquierda moderada y la centroderecha en la que se ubica Primero Justicia. ¿Cómo espera fortalecer la relación con los electores?
-Después que la sociedad banalizó, por muchos motivos, y destruyó a los partidos políticos, la sociedad está cayendo en cuenta que sin partidos no hay democracia. Estamos justo en esa transición y allí el tema ideológico va a ser central. Primero Justicia tiene una posición ideológica muy clara que está en su documento doctrinal, que no comulga con el socialismo del siglo XXI porque es una visión totalmente estatista.
Para nosotros la respuesta no es liberal o el mercado, nosotros vamos a convertirnos en un partido de centro y el apellido que le queremos poner a ese proceso es el de un partido centro-humanista o centro-popular. Lo van a definir los principios de la subsidiaridad y de la solidaridad. Creemos militantemente en la necesidad de promover y organizar una sociedad civil más fuerte y un tejido social más vigoroso, que esté organizada atendiendo a miles de intereses distintos pero todos conviviendo en un profundo debate social y político.
Otro elemento diferenciador es si el político cree que existe la dignidad humana y nosotros queremos que eso se materialice a través de una sociedad donde la gente pueda hacer valer sus derechos.
-La mayoría ratificó a Chávez con su discurso de izquierda. ¿Cómo piensa Primero Justicia conectarse con un discurso de centroderecha?
-Yo estoy convencido de que la gente no votó a Chávez por motivos ideológicos. Yo creo que el campo fértil que se abre a visiones políticas como la nuestra es muy grande, porque lo que yo recojo de mi recorrido por Venezuela es que sí hay una conciencia muy clara de que la raíz de muchos de nuestros males nace por una sociedad donde se han perdido todos los referentes y valores y mucha gente ha visto esos referentes en Chávez. Puede que lo que él diga sea un pasticho mental, pero eso le da respuesta a una sociedad que tiene hambre no sólo de números macroeconómicos.
-La tarea luce titánica, tendrán que enseñarle a la gente lo que significan valores como la subsidiaridad y la solidaridad real para que sepan diferenciar a los que apelan falsamente a esos conceptos.
-Nadie aprende a montar bicicleta a través de clases teóricas, no se trata de convertirse en una especie de predicador en abstracto de la solidaridad o la justicia social, por eso lo que tenemos que tener muy claro es que la perspectiva que se le abre a la política a partir de 2007 es la de atravesar el desierto. Eso es casi como un apostolado, salir para que el país se reconcilie con esos valores políticos y los entienda.
-Eso pasa por entender que para Primero Justicia alcanzar el poder está lejos todavía
-Sí, es entender que está muy lejos. Sacamos unos votos el 3D, pero de allí a creer que la sociedad está clamando por nosotros hay una distancia muy grande. El país rural no nos conoce, ni a PJ ni a la oposición. La gente joven está absolutamente refractaria a la política y si nosotros no le damos una especie de electroshock no va a haber verdadera renovación de la política en el país. Si nosotros no logramos, como fue al principio de la democracia, que los partidos sean los conductores de toda la sociedad intermedia, llámese sindicatos, asociaciones de vecinos, ONG, pues tampoco va a suceder eso.
Uno tiene que entender que el reto de alguien que pretende ser líder es que lo más importante es el testimonio, que no haya contradicción entre lo que se dice y lo que se hace. Hasta que la dirigencia de oposición no dé un testimonio claro de coherencia, el país no nos va a creer porque un día decimos una cosa y otro día decimos otra.
-¿En las recientes intervenciones públicas de dirigentes de Primero Justicia uno los percibe contritos. ¿Han hecho la reflexión sobre errores cometidos que prometen no cometer otra vez?
-Absolutamente, muchísimos errores, por inexperiencia, por inmadurez, por impaciencia. Una de las cosas que he aprendido es que yo pensaba que el camino de la democracia era el más bonito, el más corto y es todo lo contrario, es el más tortuoso pero es el camino más seguro.
Para mí el gran aprendizaje es que se acabaron los atajos: o nosotros como país agarramos el pico, la pala y la chícora y nos ponemos a construir el camino democrático, tarde lo que tarde, o no seremos dirigentes sino que seremos dirigidos.
-Hubo abstención importante en la clase media. ¿Cómo piensa llevar su relación con los medios en adelante?
-Lo primero es hacernos respetar por los grupos de interés y esa es una tarea difícil porque los partidos no tienen financiamiento público y somos dependientes del sector privado. Ese es un gran debate y yo estoy dispuesto a pisar todos los callos que sean porque uno de los daños que más se ha hecho es con la política mediática, que al final no tiene responsables.
Esa no es una historia nueva en Venezuela, esa simbiosis no ha sido buena y lo que tiene que haber es un buen tratado de límites entre la política, los medios, los factores de poder y el Estado.
-¿Cómo ve el mapa político a partir de enero, la relación con los otros partidos de oposición?
-La lucha que tenemos todos es porque en Venezuela se pueda solidificar una cultura de la pluralidad y de la tolerancia y el pretender ponerle moldes o enjaular a la oposición en posiciones ideológicas es un error, por eso insisto en que el modelo más sano es donde tengamos una agenda común para rescatar ese ABC de la democracia: Estado de Derecho, derechos humanos, libertad de expresión, justicia social, eso que todo el mundo comparte y que es casi preideológico y que se permita el espacio para que cada partido dentro de su estilo y de su ideología pueda tener la oportunidad de crecer y hasta de competir.
Para mí el modelo chileno de la Concertación es saludable, es un modelo en el cual estamos juntos pero no revueltos. La complementariedad nos hace fuertes, el uniformarnos nos hace débiles. Nosotros no vamos a aceptar la repetición del fascismo del Gobierno. La unidad debe significar reconstruir la pluralidad del país, no la unidad de un pensamiento único, de una dirigencia única o un mensaje único.
-En cuanto al problema interno, ¿existen diferencias ideológicas irreconciliables o cree que pueden convivir dos tendencias diferenciables dentro de PJ?
-Nuestra fractura vino por el retiro parlamentario y producto de eso se dijo hace un año "hagamos elecciones en 2007". Yo creo que si todo el mundo respeta las reglas del juego, que son las mismas de cuando se fundó el partido en el año 2000, se debe lograr una convivencia. Diferencias profundas ideológicas no creo que las haya.
En los debates hay quienes dicen que PJ debe ser un partido liberal, pero no creo que sea esa la razón de la división porque eso es algo que casi nadie comparte. También hay discusiones profundas sobre a quién hablarle. Hay quienes dicen que hay que hablarle más a la clase media, esa es la posición de ellos.
Nosotros decimos que tenemos que meternos en los barrios, en las zonas rurales y convertirnos en un movimiento nacional, si no, vamos a ser sólo un movimiento que le hable a Baruta y a Chacao. También hubo diferencias sobre acontecimientos como apoyar el paro o no, cómo manejar los resultados del referendo. Siempre ha habido visiones diferentes, pero las habíamos podido manejar.
-Existen dos Venezuela: una que demanda cloacas, agua y recolección de basura y otra que espera que se legisle, por ejemplo, sobre el matrimonio gay. ¿No puede PJ estructurarse para hablarle a esos dos países desde una misma plataforma?
-Es que siempre estuvo planteado así. Una de las cosas más importantes que yo proponía en PJ era el liderazgo compartido: que no hubiera una cabeza ni un solo vocero, que Primero Justicia sea como un equipo, donde todos seamos primor inter pares. Pero pasa en las familias: cuando se rompe la convivencia y el respeto, recoger el agua derramada es difícil.
Gerardo (Blyde), Leopoldo (López) y Liliana (Hernández) hicieron un acto televisado donde ellos se retiraron del partido y no han viajado por las regiones. Yo me he ocupado de viajar por el país y ellos no han ido, sino que hacen política en Caracas y Primero Justicia dejó de ser un partido caraqueñito.
-¿Cree que los resultados electorales son más del sector que usted lidera que de ellos?
-Sí, absolutamente. El otro sector no puso ni un bolívar para la campaña, el otro sector tiene dos años que no sale de Caracas. Leopoldo (López) habla del éxito de Caracas, pero en Caracas se sacó 40 mil votos menos que en el referendo habiendo más electores, eso hay que verlo con claridad.
Nosotros tratamos de hacer un partido fuera de los medios, lo que hemos venido haciendo nosotros va a prevalecer porque es mucho más sólido, más coherente que la política a través de los medios. Nosotros pasamos veinte meses diciendo: Vote por Primero Justicia, mientras que ellos nunca llamaron a votar por Primero Justicia y ese grupo hasta que no hubo candidatura única no creyó en el camino electoral.